Ciao a tutti!!
El viernes pasado y tras dormir tan solo cuatro horas me dispuse a levantarme a las seis de la mañana (bueno, más bien mi compañera de cuarto logró sacarme de la cama) para hacer algo de vida Erasmus de nuevo. ¿Qué razón había para levantarse a esa hora? Pues un viaje de tres días por la Toscana, así, como quién madruga para hacer running.
La ESN de Verona organizó un viaje para visitar diversas ciudades de la Toscana por una verdadera ganga así que allí nos íbamos de cabeza, Ademas, matábamos dos pájaros de un tiro porque yo conocía a muy poca gente (iba a hacer amiguitos ^^) y me visitaba en un fin de semana Siena, Florencia y Pisa.
A eso de las diez o las once llegamos a la primera ciudad: Pisa. ¿Y qué digo yo ahora de Pisa? Nada más entrar a la ciudad vimos...pues lo que sale en todas las fotos. La torre, la iglesia y el baptisterio. Porque tampoco hay mucho más XD En cada ciudad nos recibían miembros de la ESN de dicha ciudad y nos hacían un recorrido turístico explicándonos ciertas cosas. En el caso de pisa, el chico nos llevó detrás de la Iglesia y nos mostró esto:
Puntitos en la pared. Muchos puntos. Y si tenías miopía...una simple pared. Pero la historia que nos contó mola. Según los habitantes de Pisa, cuando construyeron esta iglesia, el demonio se puso celoso de que un monumento tan bonito no fuera en su nombre por lo que intentó destruirla golpeando esta piedra de la pared, pero Dios la protegió. Se dice que los puntitos son las marcas de las uñas del demonio y que si los cuentas (más de una vez) nunca te saldrá el mismo número y en el caso de que si, significaría que tienes el demonio dentro de ti. Lo sé, da mal rollito.
Después de esto nos dejaron un rato para hacernos la mítica foto con la torre, esa que yo me hice como guiri que soy en Italia, pero me gusta más la que me hice con los tres monumentos. La verdad es que el resto de Pisa es fea, bastante sosa, pero este sitio impone bastante está super bien cuidado y conservado a pesar de la cantidad de turistas.
A la noche llegamos al hotel de Siena, el cual no estaba nada mal (y saber que tendríamos desayuno buffet mejoraba las cosas) eso sí, el hotel se llamaba Hotel Moderno pero supongo que de la edad moderna porque esas colchas a juego con las sábanas eran por lo menos del S.XVI pero por el precio del viaje bastante que no era un albergue cutre de 8 en la misma habitación, dos duchas para 25 chicas y esas cosas...
Y llegó el desayuno. Dios que desayuno. Parecía que no habíamos comido en la vida y nos llevaban al Capitolio antes de participar en los Juegos del Hambre (siento mi vena friki, pero era totalmente eso) Una de mis amigas se tiró 40 minutos desayunando, y otros se guardaron cosas para media mañana (algo patético, si pero...gratis)
Ya listos nos fuimos a visitar Siena...o a hacer montañismo. Aún no lo tengo muy claro. Siena tiene cuestas que las de Santander parecen de broma (y si encima te pierdes peor).
El caso es que en Siena me enamoré de la plaza principal y su castillo. Es que un día un iluminado pensó que el castillo tenía cara, y decidieron hacerle caso. El resultado fue este:
TIENE UNA CARITA SONRIENTE!!! ¿No me digáis que no mola? Pues fijo que gracias al iluminado que lo pensó Siena tiene muchos más turistas porque si es por las cuestas...no va ni Peter. Además, en esa Plaza (que, como no, está en cuesta) seguro que se está muy a gusto tumbado al sol escuchando música. Bueno, vale, no lo supongo, lo he hecho. Pero fue para despedirme de Siena como se merece!!!
Esa tarde ya se notaba el cansancio, pero la fiesta Erasmus nos esperaba en Florencia así que no íbamos a decaer tan pronto. Nos llevaron a otro pueblo llamado San Gimigniano y nos cargaron las pilas a base de azúcar, pues nos tomamos todos un helado en una tiendecita famosa por haber ganado dos años el premio al mejor helado del mundo, dentro de la tienda había fotos de famosos como Fernando Alonso (sé que había más pero no los recuerdo) Y QUÉ HELADO MÁS RICO!!!! Además fuera había un expectación de títeres para niños, que iban disfrazados de Halloween, más graciosos!.
Bueno... ¿Recordáis el hotel de Siena? ¿Ese en el que al menos teníamos baño para cada dos, desayuno buffet, habitaciones con camas decentes... y dábamos gracias por no tener una habitación para 8, un baño con dos duchas para 25 y cosas así? Bueno pues el alojamiento de Florencia era JUSTAMENTE ESO. Un albergue roñoso con habitaciones que olían a humedad y rata muerta, con escaleras no aptas para borrachos (que maldeciríamos más tarde) solo una llave por habitación (no quiero imaginarme como lo hicieron lo que durmieron en la habitación de 25) y lo dicho, dos duchas para 25 chicas. Hubo que correr para llegar las primeras y darse un agua rápida antes de la fiesta.
Y por fin todas monísimas de la muerte y divinos nos fuimos a un bar con buffet de aperitivos para ir cogiendo el puntillo y tal. Nos invitaban a una copa (o mas bien copazo de la muerte) y la camarera ponía mitad alcohol mitad lo que fuera, así, para entrar en calor. El sitio estaba bien aunque un poco apagado. Pero la fiesta vino después cuando fuimos a una plaza para reunirnos con todos los Erasmus de Siena y Florencia (creo que Pisa también) y básicamente nos emborrachamos todos como cubas para acabar en una discoteca con un aforo que se sobrepasó fijo porque ahí no cabía un alfiler (lo siento mamá si lees esto XD) y finalmente dormir dos horas en mi cama roñosa del albergue.
La mañana siguiente (mas bien el día entero) fue horrible, todos medio muertos con resaca perdidos por Florencia porque teníamos tiempo libre hasta las 13:30 que nos hacían la visita guiada. Mis amigas no querían perderse Florencia así que madrugamos para verla por nuestra cuenta (acabamos viendo lo mismo dos veces y sin haber dormido, aún las maldigo por eso) Hasta las cinco de la tarde que por fin nos íbamos a Verona.
Y cuándo ya estas acoplado en tu sitio del autobús, cuando quieres cerrar los ojos y descansar, cuándo estás entrando en calor porque has encontrado el botón de apagar el aire acondicionado...te dicen que bajes del bus porque nos han subido a la colina a ver la panorámica de Florencia. Qué pocas ganas! Pero era precioso, nos dejaron ver el atardecer y cómo se iba haciendo de noche y mereció la pena porque, sinceramente Florencia no me había hecho mucha gracia. Entre la resaca, los muchísimos turistas que hay y que la gente mea en la calle porque te cobran un euro por entrar a los baños públicos, me llevé una decepción grande. Pero aquel parquecito encima de la colina y las vistas me encantaron. Tras dejar anochecer mirando Florencia, volvimos al bus y dormimos hasta llegar a Verona de nuevo.
Por ahora sigo con la sensación de que como Verona, ninguna. Me siento tremendamente afortunada de vivir aquí y porque será muy pequeñita pero no está masificada ni explotada. Conserva su magia y su encanto. Soy feliz por poder estar aquí día a día.
Ci Vediamo!!!